Primero,
los robots que operan. Con pequeñas incisiones, un robot fino acompañado de
cámaras puede acceder a lugares del cuerpo sin tener que abrir toda el área que
antes era necesaria para que el cirujano pudiese operar manejando los
instrumentos con sus manos, además del campo visual. La precisión en estas
operaciones es sorprendente. La incisión es mínima, lo que adelanta considerablemente la
recuperación del paciente.
También
encontramos robots en farmacia. Conectados mediante diferentes vías al cuerpo
del paciente impedido, administran las
dosis exactas de diferentes medicamentos.
Muy
relevantes son las prótesis mioeléctricas en pacientes amputados. La prótesis
reproduce los movimientos de la extremidad. Es destacable en estas prótesis que
la señal eléctrica inicial parte del cerebro. Los músculos envían mensajes a
los sensores de las prótesis y el sistema electrónico reproduce los
movimientos. Las más novedosas utilizan los nervios que quedan en el muñón del
paciente, de tal forma que la prótesis se mueve con el mismo pensamiento que
teníamos antes de la amputación cuando queríamos mover la extremidad. Los nervios que quedan en el
muñón son los que la retransmiten la señal al motor del robot. Lo que hace el
robot es amplificarla para que sea suficiente para producir movimiento. Estas
señales se conocen como señales mioeléctricas.
Continuamente
nos están sorprendiendo nuevos estudios en la robótica aplicables al
tratamiento de pacientes, siendo hoy en día uno de los campos más prometedores
en el avance de la medicina.
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